Domingo 20 de febrero del 2011.
Día totalmente fastántico, compañía agradable, una carrera perfecta, una comida muy rica, y un objetivo por conseguir; ese era mi plan del día.
Me garanticé absolutamente, que todo lo tendría dado por realizado, salvo una cosa.
Me quiero referir a conseguirle a él, si a él, al que no puedo parar de querer un solo minuto en esta puta vida, ¡joder! Todo el día perfecto, llegó la hora tras comer, estuvimos jugando todos juntos, en el tobogán, peleandonos, las típicas cosas de niños y niñas.
De vez en cuando el me miraba de una forma extraña igual que yo a él, pero era tonterías.
No se que le pasó, (a él) que se fue solo a lo alto de una fuente. Yo, tan contenta con mi bolsa de patatas y con mi amiga, nos lanzamos y fuimos a buscarle. Le pregunté si quería patatas, el me contestó que no, gracias. Mi amiga nos dejó a solas. Estuvimos cerca diez minutos de charla, que nunca se me olvidarán.
A lo que me quiero referir, es que esos mometos, con la persona que más quieres te pueden cambiar la vida.
También quiero deciros, que luchéis, por la persona a la que queréis más que a nadie. Que los sueños nunca se pueden abandonar.
Sigo ya con la parte final. Después de estar hablando, volvió a llegar mi amiga, diciéndonos que nos estaban buscando a ambos, nos pusimos rojos como un tomate, ya que estabamos los dos a solas, hablando cuando eso nunca me había ocurrido.
Su forma de despedirse, fue breve y sencilla pero me encantaron sus palabras:
-Adios Sara, cuídate.-
¿Más perfecto que él? -Nadie.
Te quiero feo. #P&S
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